viernes, 31 de julio de 2009

Y floreció la agricultura, en pleno desierto




Por Leonardo Reichel

Los esfuerzos de la Swilling Irrigation Canal Company habían logrado desazolvar el primer canal, con el cual podrían irrigarse 4,000 acres de terreno; y que hacía posible la apertura de terrenos a la agricultura.
El primer campo que fue abierto al cultivo con esas aguas fue el de Frenchy Sawyer a la altura de Calle Washington y Calle 24, y simultáneamente se fueron fundando otros pequeños negocios para ofrecer sus servicios a los habitantes del poblado.
Para 1868 entre el campo minero La Ventura y Wickenburg que eran los principales consumidores para los productos agrícolas el nuevo poblado, hicieron compras de maíz y cebada por un total de $6,000 dólares. El propio Jack Swilling inició el cultivo de una parcela de 100 acres, con trigo, cebada y maíz.

Lord Darrel Duppa
Otros pioneros de la agricultura en aquella naciente población fueron George E. Freeman con 100 acres, Thomas Hogue con 80 acres, Darrel Duppa y Ludvoic Vandemark con 100 acres cultivados a medias, S. “French” Sawyer con 50 acres, F.S. Johnson con 25 acres, John Adams con 50 acres, William Rowe con 50 acres, J. Burns 50 acres, y Joseph H. Davis que plantó 100 acres de caña de azúcar.
Ese año tuvo lugar primer matrimonio en aquella población, al unirse Francis S. Johnson y Mary S. Adams.
Desde entonces, los dueños de la tierra eran en su mayoría anglosajones venidos del Este y de otras ciudades como Prescott, con suficiente capital para desmontar los terrenos, pagar los costos de irrigación y cultivo, así como los derechos sobre esa tierra.
Sin embargo, en la apertura de los canales, como en el cultivo de las parcelas y en los trabajos y servicios del humilde poblado la mayoría de los trabajadores eran de origen mexicano o aborígenes pimas de la región.
El 8 de abril de 1868 Jack Swilling ordenó a Wilfred F. Ingalls el levantamiento del primer plano del nuevo poblado ubicando como centro del mismo, el área comprendida entre 32 y 36 calles, entre Van Buren y Harrison (donde ahora corren las vías del ferrocarril).
El Sheriff del Condado de Yavapai A. J. Moore, bajo cuya jurisdicción se encontraba el nuevo pueblo, (Ya que el Condado de Maricopa fue formado en 1871), informó en Abril a la legislatura del territorio, sobre el esplendido crecimiento y bonanza que a simple vita se advertía en el asentamiento del Río Salado, y sobre el constante arribo de nuevos colonos de Texas y California.
El 3 de Junio de ese año, el Gobernador del Territorio de Arizona, Richard Cunningham McCormick ordenó la elección de un juez de paz para el nuevo poblado, el proceso se llevó a cabo en la casa de Jack Swilling, teniendo como inspectores a J. Burns y Joseph Davis, y por mayoría de votos fue electo a la posición el propio Swilling; y más tarde el 15 de junio de 1869 al ser creada la primera oficina de correos, se le nombró también jefe temporal de correos.
Para noviembre de ese año, Jack Swilling inició la construcción de un edificio pretencioso para su residencia, en la esquina de 36 Calle y Harrison (Vías del ferrocarril), con un estilo colonial mexicano de arquitectura y en el se emplearon 96,000 adobes, ya que contaba con nueve habitaciones, y al que se conoció como “Swilling Castle”.
El nuevo poblado hasta entonces era conocido como Pumpkinville entre los anglos, por las exitosas cosechas de calabaza que allí se lograban; y entre los mexicanos, asi como para el propio Swilling, como La Salina, en alusión al Río Salado y a un supuesto banco de sal que creían haber descubierto, pero que en realidad era salitre; otros le llamaban Mill City.
En el hogar de Jack Swilling, vivían además de él, su esposa Trinidad Escalante, sus hijas Georgia de 5 años y Matilde de 2; y dos niños apaches a los que adoptó: Mariana de 13 años y Gavilán de 10; ellos constituían su única familia.

Jack Swilling funda un pueblo llamado Pumpkinville


John William "Jack" Swilling


Por Leonardo Reichel

Durante siglos las márgenes del Río Salado fueron inaccesibles para los colonizadores debido al alzamiento constante y al pillaje de facciones de la Tribu Apache, que volvían su tránsito muy peligroso, pero el descubrimiento del oro y la apertura de importantes minas como La Ventura en Wickenburg, obligaron al gobierno federal, que en 1865 había terminado la Guerra Civil, al envío de tropas para proteger las poblaciones y campos mineros, situando estratégicamente los fuertes (Forts), o cuarteles militares.
El más próximo al Río Salado fue Fort McDowell, que se localizaba a un costado de Sycamore Creek, en la margen del Río Verde. El ejército contrató al ex oficial de la Columna de California John Smith, para que cultivara pradera en la margen izquierda del Río Salado, para garantizar la alimentación de los caballos, que en ese momento eran indispensables para la movilidad de las tropas.
Aquel agricultor, a quien la Legislatura de Arizona en 1874 cambió el nombre por el de John Y.T. Smith (Yours Truly), fundó el primer campo de cultivo al que dio el nombre de Smith’s Station; y que se localizaba a la altura de la Calle 40 y Washington, del Phoenix actual, donde existen un swap meet y un galgódromo.
John "Y.T." Smith

En Septiembre de 1867, el campo de John Smith fue visitado por Jack Swilling, un aventurero de 37 años, ex oficial confederado célebre en la batalla de Picacho Peak y por haber ejecutado al jefe apache “Mangas Coloradas”, y más tarde buscador de oro y miembro de la expedición Walker.
Fue Swilling quien advirtió la posibilidad de desazolvar los antiguos y aterrados canales que eran base del sistema de irrigación de la civilización hohokam, y abrir al cultivo las fértiles tierras del Valle del Río Salado.
Él, entonces, se dirigió a Wickenburg, buscando apoyo económico de los inversionistas de la comunidad minera del Río Hasayampa, para financiar la organización de una compañía que sería llamada Swilling Irrigation Canal Company, que se encargaría de los trabajos de drenado de canales y represos, para hacer posible a apertura de aquellas tierras a la agricultura.
Aunque no le fue fácil encontrar quienes creyeran en sus planes, Jack Swilling logró reunir un capital de $10,000 dólares para iniciar el proyecto y en diciembre de 1867 regresó a la Smith’s Station, acompañado por su esposa mexicana Trinidad Escalante, y por 16 trabajadores, con los cuales inició la tarea de limpiar los viejos canales.
Fueron inversionistas de la Swilling Irrigation Canal Company, además de él, E.M. Chapman, Darrel Duppa, Tom McGoldrick, J. Denslinger, L. Vandemark, F. Metzler, J. Lee, J. Larson, J. Woods, y M. McGraw.
Los primeros trabajos los dirigió Swilling hacia el este de la Smith’s Station, cerca del actual puente de Tempe, pero al encontrarse con terrenos abundantes en roca caliza y salitre, que ellos pensaron que era un banco de sal, suspendieron las tareas de drenado para continuarlas dos millas río abajo, a partir de la Calle 40, junto al campo de John Smith.
La oficina de Correos de Pumpkinville

Para Marzo 12 de 1868, la compañía de Swilling completó la primera parte de lo que llamó “Swilling Ditch”, que era un canal capaz de irrigar 4,000 acres de terreno, el cual se extendía por una milla y media por lo que ahora es calle Van Buren, desde la 40 Calle hasta la 27 Avenida.
En esa área se iba formando un pequeño poblado, que se abastecía de las aguas de dicho canal para el consumo humano, irrigación de terrenos y servicios de lavandería. Aquel poblado, denominado entonces Pumpkinville por unos y La Salina, por otros; sería el botón desde el cual habría de florecer la población más importante de Arizona: Phoenix.

domingo, 26 de julio de 2009

Albert Franklin Banta, primer periodista en Arizona




FASCIMIL DEL ULTIMO PERIODICO
DIRIGIDO POR A.F. BANTA

El 20 de junio de 1924, con síntomas de indigestión aguda, un problema que le había aquejado durante los últimos seis meses, Albert Franklin Banta se puso en manos del médico. Al día siguiente el mal se recrudeció y a las 3:10 de la tarde del 21 de junio, sobrevino la muerte.
Para entonces, Banta tenía 80 años de edad, vivía solo desde que enviudó, aunque siempre estuvo rodeado de amigos y jóvenes que se acercaban a escuchar sus historias.
Originario del condado de Warwick en Indiana, donde nació el 18 de diciembre de 1843, Albert F. Banta era hijo de John F. Banta y Phybelia Sugua. Muy joven decidió aventurarse en el Oeste y su primer trabajo fue para un periódico en Kansas, pero al estallido de la guerra Civil decidió cambiar su nombre por el de Charles F. Franklin y trasladarse a Nuevo México, radicando en Santa Fe desde 1860 y en Albuquerque en 1863.
Albert F. Banta no sólo fue un pionero de Arizona, sino que el primer periodista activo en el periodo territorial. Fue residente de Prescott durante 61 años, desde el año de 1863 que llegó procedente de Nuevo México. El Albuquerque se había unido a la Compañía de Voluntarios de california, a las órdenes del Mayor E. B. Willis; pero al llegar a la región de Arizona Central, causó baja y decidió quedarse, primero cerca de Chino Valley y más tarde en Prescott.
En enero 22 de 1864, al llegar a Arizona su primer equipo gubernamental que encabezó John Noble Goodwin, quien sería el primer Secretario del Territorio de Arizona, Richard Cunningham McCormick trajo consigo una imprenta que había adquirido en Santa Fe, la cual era muy vieja y elemental, ya que desde 1834 perteneció al comerciante Josiah Gregg.
Quizá la única persona que había en la capital del Territorio con experiencia en el manejo de ese tipo de imprentas era Albert F. Banta, ya que había trabajado como impresor e incluso para varios periódicos desde 1860 en Santa Fe, Nuevo México y antes de venir a Arizona era redactor del Downriver Press.
McCormick que tenía experiencia como periodista, decidió fundar el semanario Arizona Miner, en el que Banta trabajó no sólo como impresor, sino como redactor.
Banta se dedicó a la cacería y a explorar el centro de Arizona, logrando conocer con todo detalle la región, y de sus viajes llevó siempre una crónica escrita. Por un tiempo trabajó como guía del ejército y como agente con los indios.
ALBERT F. BANTA

Por un tiempo, Banta radicó en la ciudad de Tucson, donde trabajó para el Tucson Citizen. Más tarde vivió en Yuma y de allí se pasó a California, donde, por un tiempo trabajó en los barcos en San Diego.
De regreso a Arizona se estableció en St. John’s donde fue electo Juez de Paz. Por ese tiempo St. John’s formaba parte del Condado de Yavapai, pero dada la distancia y lo desligada que estaba aquella población de la ciudad de Prescott, cabecera del condado; Banta fue factor importante para promover y lograr la creación del Condado Apache.
En St John’s además de su trabajo para el gobierno, donde además de ser Juez de Paz, llegó a ser Fiscal y Juez de Protocolo, Banta fundo el periódico “La Era de Orión”, al que posteriormente vendió a la iglesia mormona.
En St John’s, Banta compró un periódico llamado “The Populist Arizona”, al cual por consejo de su amigo Buckey O’Neill trasladó a Prescott, y dos años después, influyó sobre el gobernador Myron H. McCord, poco antes de estallar la guerra contra España, para que pusiera al frente de la Compañía de Voluntarios (Roughriders) a O’Neill, con grado de Capitán, en julio de 1898.
En 1900 Banta volvió a dejar Prescott y se domicilió en la fronteriza Douglas, donde trabajó para el “Douglas Dispatch”. Un año más tarde, siguiendo la sed de aventuras de su primera juventud, Banta tomó camino de ninguna parte, recorriendo numerosos lugares, desde California, Nueva Orleans, Florida, Nueva York y de allí se embarcó rumbo al Caribe, cruzó el canal de Panamá hasta regresar por California.
En 1914 regresó a Arizona domiciliándose en Wickenburg y en 1916 volvió a Prescott para domiciliarse en el Hogar de los Pioneros, hasta su muerte . El último periódico que dirigió en Prescott fue “The Pick and Drill”. Fue sepultado en el Cementerio de los Pioneros de Prescott.
ACTA DE DEFUNCION DE A.F. BANTA
(Escribió: Leonardo Reichel Urroz)

La caída de un usurpador

James Addison Reavis, el falso Barón de Peralta, al sentir tras de sí la mirada acuciosa del periodista Tom Weedin, a quien no habían amedrentado sus amenazas; buscó alianza con Roscoe Conkling, un poderoso senador republicano de Nueva York y con Thomas Wilson que era candidato republicano al Congreso, por Arizona; para que defendieran sus intereses en Washington.
Cambios electorales llevaron a la Presidencia al demócrata Grover Cleveland, quien nombró su agente en Arizona a Marcus Smith, quien inició una nueva investigación sobre los documentos que amparaban el reclamo de Adisson Reavis; y por primera vez logró descubrirse la falsificación de uno de los papeles.
“El Barón de Arizona” se traslado esa misma noche a California, desde donde comenzó a tejer una nueva historia, la existencia de una nieta de Don Miguel de Peralta, y de nuevo comenzó a sembrar falsificaciones, preparando el camino para “comprobar” su historia.
SOFIA LORETA MICAELA DEL MASO Y PERALTA

La nueva heredera directa del “Barón de Peralta”, sería doña Sofía Loreta Micaela de Maso y de Peralta; quien supuestamente vivía con su padre, después de la muerte de su madre; y que este, era un aristócrata disoluto que había dilapidado la fortuna familiar.
CARMELITA

Addison Reavis encontró en California a una joven adolescente de nombre Carmelita, quien trabajaba como sirvienta en la casa del agricultor John Slaughter, a quien convenció de ser la descendiente directa del Barón de Peralta; la joven, deslumbrada en su propia ignorancia, creyó todo. El falsificador le compró hermosos vestidos y la mandó a estudiar a un convento para que aprendiera modales.
En 1887 Addison Reavis se casó con ella y cambió su nombre por el de Jaime Addison de Peralta-Reavis, Barón de Arizona; viajó a Europa y llegó a presentarse ante la corte real; después viajó por Inglaterra y otros países.
En 1888 regresó a Arizona donde volvió a presionar con sus reclamos; el Nuevo Oficial de Tierras y Propiedades del Estado, Royal Johnson estaba realizando una meticulosa investigación del caso, y el 12 de Octubre de 1889 envió un informe a Washington, documentando que la herencia de Addison Reavis era una ficción totalmente fraudulenta; y ofrecía informes periciales de calígrafos que demostraban la falsificación.
Los Barones de Peralta demandaron entonces a los Estados Unidos reclamando 11 millones de dólares en daño. El juicio tuvo lugar el 3 de junio de 1895 en Santa Fe, Nuevo México, de James Addison Reavis y Carmelita Sofia Loreta Micaela Reavis vs. Los Estados Unidos de América; caso civil que perdió al demostrarse su actividad fraudulenta.
Al concluir el juicio civil, Carmelita, la joven e ignorante esposa del usurpador, fue dejada en libertad, ya que ella misma había sido engañada, de lo cual no quedó ninguna duda al juez y a los jurados; Addison Reavis, mientras tanto, quedó detenido iniciándose un juicio criminal en su contra; por el delito de fraude.
JAMES ADDISON REAVIS EN PRISIÓN

Con la misma evidencia empleada en el juicio civil, fue encontrado culpable y fue condenado a siete años de prisión, no recuperando su libertad hasta abril de 1898, en que regresó a Phoenix, frustrado y envejecido. Durante su estancia en prisión su esposa Carmelita se divorció de él.
James Adisson Reavis rumió su pobreza y su soledad en Phoenix, hasta el año de 1914 en que falleció.
(Escribió: Leonardo Reichel Urroz)

Un ejército de aventureros para extorsionar al estado





Tras realizar las primeras reclamaciones, presentando los documentos que lo acreditaban como dueño de gran parte de Arizona, James Adison Reavis solo consiguió que algunos periódicos se mofaran de él.
Regresó a San Francisco, donde logró ganar la amistad del magnate periodístico George Hearst, dueño del influyente periódico “The Examiner of San Francisco”, quien publicó algunos artículos dando validez a los reclamos de Addison Reavis, e hizo propaganda en apoyo del falsificador.
En Marzo de 1883 regresó a Tucson, pero ahora acompañado por dos personas: el abogado Cyril Barrett, a quien se le había prohibido ejercer su profesión en California, por excesos cometidos debido a su alcoholismo, y por un gigantón mexicano de nombre Pedro Cuervo, quien pronto cobró fama de ser un sádico; y quien fungía como su guardaespaldas.
Ellos se presentaron a la Oficina de la Propiedad de Terrenos de Arizona (State Surveyor General Office) que era dirigida por Joseph Robbins; quien examinó los documentos presentados por Reavis, así como los recortes del “Examiner”, y di por echo que eran legítimos, y que estaba sobre una reclamación de gran parte del Estado de Arizona.
Los reclamos abarcaban Phoenix, Tempe, Mesa, Casa Grande, Florence, Globe, Safford; la fabulosa mina de plata de El Rey, Arizona, así como los grandes yacimientos de cobre de Globe, Miami, Morenci y Clifton; hasta parte de las Montañas Mogollon en Nuevo México.
Robbins se sintió completamente desfasado y explicó a los demandantes que él nada podía hacer, sino enviar un informe detallado del caso al Gobierno Federal, para que Washington tomara la decisión final sobre el reclamo....
Su primer triunfo, en medio de un tronante escándalo publicitario y del temor de los habitantes de Arizona; fue cuando el Coronel James Barney, presidente de la Compañía Minera de El Rey de Plata, reconoció la legitimidad de Reavis, y temiendo perder el fabuloso filón, negocio el pago de 25,000 dólares por los derechos con el falso “Barón de Peralta” en junio de 1883; aquella suma era poco para la compañía minera, cuyos ingresos se estimaban en 6 millones de dólares por año; pero para Addison Reavis era un gran triunfo.
El falsificador que para entonces se hacía llamar “Barón de Peralta”, reunió un pequeño ejército con caza recompensas, bandidos, pistoleros y extorsionadores; para exigir a los habitantes del predio el pago de un impuesto mensual por continuar en sus tierras.
Los rancheros que se negaban a pagar, eran golpeados, su ganado era hurtado, sus granjas incendiadas, e incluso hubo algunos homicidios; pero todos esos actos vandálicos jamás fueron conectados directamente con Addison Reavis.
Las investigaciones sobre la legalidad de los documentos, eran engañadas por falsificaciones sembradas por Addison Reavis en los antiguos archivos reales de México y Guadalajara; por lo que el gobierno estaba a punto de falla a favor del fasificador.
Fuertes críticas comenzaron a publicarse contra el “Barón de Peralta” en las publicaciones locales “Phoenix Herald” y “Phoenix Gazette”; pero el más fuerte crítico contra el falsificador fue Tom Weedin, editor del “Florence Enterprise” que se publicaba en una pequeña población próxima a Casa Grande, quien inició una profunda investigación para demostrar que todo era un fraude.
PROCURADOR GRAL. CLARK CHURCHILL

El caso fue llevado por Weedin ante el Procurador General de Arizona, Clark Churchill en Febrero de 1884; Reavis trató de sobornar al periodista, pero como este continúo con sus denuncias, amenazó con acabar con su familia. Días después la oficina del “Florence Enterprise” fueron destruidas e incendiadas; pero Tom Weedin lejos de amedrentarse atacó con más fuerza al “Barón de Peralta” y a su ejército de aventureros.
(Escribió: Leonardo reichel Urroz)

James Reavis, el hombre que burló a Arizona


PHOENIX, ARIZONA (1885).

Una calurosa mañana de junio de 1883, los residentes del centro de Arizona fueron sorprendidos por una noticia que fue publicada por los periódicos locales: había aparecido un hombre que se ostentaba como heredero de más de la mitad del territorio de Arizona y parte del de Nuevo México.
Se trataba de James Addison Reavis, quien presentó documentos que lo acreditaban como descendiente y heredero del Barón Don Miguel de Peralta; a quien el Rey de España le había legado 18,750 millas cuadradas, incluyendo los terrenos ocupados por Phoenix, Prescott, Tucson, Safford; y las minas localizadas en el territorio.
El gobierno estadounidense estaba obligado a respetar dichos documentos, por los acuerdos asentados en el Tratado de Guadalupe Hidalgo; y para hacer las reclamaciones, tanto contra los rancheros residentes, como contra las compañías mineras y agrícolas; contrató los servicios del abogado Cyril Barrett quien de inmediato procedió a registrar tenencias y acuerdos.
Mayor temor de ser desalojados experimentaron los habitantes de Arizona, cuando trascendió que James Addison Reavis había recibido 25,000 dólares como pago de derechos por parte de los dueños de la compañía que explotaba una mina de plata en Rey, Arizona; dado que eso, demostraba que las reclamaciones iban en serio y nadie podría eludirlas.
James Addison Reavis era un individuo muy elegante y distinguido, al que nadie conoció antes; se había hospedado en un Hotel del pequeño poblado que era entonces Phoenix; y se mantenía al margen de todos. Su soledad solo había sido interrumpida por escasas pláticas con Lord Darrell Duppa, con quien había congeniado...
James Addison Reavis había nacido en 1843 en Missouri, donde su padre Fenton Reavis trabajaba como jornalero. Su madre, María Addison era nieta de una dama de origen español, sin ninguna fortuna pero con delirios de grandeza, quien le hablaba de su origen aristocrático y el rancio abolengo de su estirpe; lo cual tenía más de sueños que de realidades. Addison Reavis creció creyendo que era noble y se sentía obligado a recuperar las herencias, patrimonios y reconocimientos, que su madre y su abuela aludían constantemente.
Tras el estallido de la Guerra Civil, él se enlistó en el Ejercito Confederado, pensando que sería una romántica aventura en la que conquistaría la gloria y los honores rápidamente; pero no fue así. El tedio y los arduos trabajos rutinarios solo eran aliviados, a la larga, con las cortas licencias que recibía de sus superiores. Sin embargo, allí mismo Addison Reavis descubrió que tenía una habilidad: la de falsificar los permisos y licencias, con tal fidelidad que eran aceptados sin réplica y que le permitían frecuentes escapes de la vida cuartelera. Pronto, licencias similares eran vendidas a sus amigos cercanos, que las solicitaban con frecuencia.
Pronto se dio cuenta que el Ejército Confederado no tenía futuro y tras la batalla de Vicksburg desertó para unirse con las tropas Yanquis. Pero más tarde los abandonó también. Se radicó en la ciudad de San Luis, donde encontró empleo como conductor de un tranvía, hasta juntar algún dinero y montar una oficina de bienes raíces. Su habilidad como falsificador le permitió cerrar una operación que le dejó buenas ganancias; pero que lo obligó a abandonar Missouri.
Addison Reavis vino entonces a radicar a Prescott, Arizona, donde escuchó hablar sobre el noble español Juan de Peralta que recorrió la región en el siglo XVII con una encomienda del Virrey, Marques de Salvatierra; y empezó a tejer una historia, sobre un hijo de aquel noble, llamado Miguel de Peralta, a quien el Rey de España nombró Barón de Arizona y premió con numerosas tierras y minerales, por valientes episodios militares al servicio de la Corona.
Addison Reavis viajó a San Francisco, donde asentó algunos “antiguos” documentos sobre la existencia de don Miguel de Peralta .
En Septiembre de 1880, él viajó a la Ciudad de México y a Guadalajara, donde estuvo consultando archivos sobre los antiguos documentos coloniales, logrando sustraer algunos originales que le permitieron estudiar el papel, la tinta, la caligrafía y los sellos reales; y aprovechó su habilidad para falsificar los documentos que lo acreditaban como heredero de don Miguel Nemecio Silva de Peralta y de Cordoba; pariente del Rey Felipe IV de España; a quien por cedula real le había sido donadas el equivalente a 18,750 millas cuadradas en el Centro de Arizona y el título nobiliario de “Barón de los Colorados”.
Con esa falsa historia tejida y documentada con falsificaciones, James Addison Reavis llegó a Tucson el 3 de Septiembre de 1882, presentandose como dueño de gran parte del territorio de Arizona.
JAMES ADDISON REAVIS
(Escribió Leonardo Reichel Urroz)