Tras realizar las primeras reclamaciones, presentando los documentos que lo acreditaban como dueño de gran parte de Arizona, James Adison Reavis solo consiguió que algunos periódicos se mofaran de él.
Regresó a San Francisco, donde logró ganar la amistad del magnate periodístico George Hearst, dueño del influyente periódico “The Examiner of San Francisco”, quien publicó algunos artículos dando validez a los reclamos de Addison Reavis, e hizo propaganda en apoyo del falsificador.
En Marzo de 1883 regresó a Tucson, pero ahora acompañado por dos personas: el abogado Cyril Barrett, a quien se le había prohibido ejercer su profesión en California, por excesos cometidos debido a su alcoholismo, y por un gigantón mexicano de nombre Pedro Cuervo, quien pronto cobró fama de ser un sádico; y quien fungía como su guardaespaldas.
Ellos se presentaron a la Oficina de la Propiedad de Terrenos de Arizona (State Surveyor General Office) que era dirigida por Joseph Robbins; quien examinó los documentos presentados por Reavis, así como los recortes del “Examiner”, y di por echo que eran legítimos, y que estaba sobre una reclamación de gran parte del Estado de Arizona.
Los reclamos abarcaban Phoenix, Tempe, Mesa, Casa Grande, Florence, Globe, Safford; la fabulosa mina de plata de El Rey, Arizona, así como los grandes yacimientos de cobre de Globe, Miami, Morenci y Clifton; hasta parte de las Montañas Mogollon en Nuevo México.
Robbins se sintió completamente desfasado y explicó a los demandantes que él nada podía hacer, sino enviar un informe detallado del caso al Gobierno Federal, para que Washington tomara la decisión final sobre el reclamo....
Su primer triunfo, en medio de un tronante escándalo publicitario y del temor de los habitantes de Arizona; fue cuando el Coronel James Barney, presidente de la Compañía Minera de El Rey de Plata, reconoció la legitimidad de Reavis, y temiendo perder el fabuloso filón, negocio el pago de 25,000 dólares por los derechos con el falso “Barón de Peralta” en junio de 1883; aquella suma era poco para la compañía minera, cuyos ingresos se estimaban en 6 millones de dólares por año; pero para Addison Reavis era un gran triunfo.
El falsificador que para entonces se hacía llamar “Barón de Peralta”, reunió un pequeño ejército con caza recompensas, bandidos, pistoleros y extorsionadores; para exigir a los habitantes del predio el pago de un impuesto mensual por continuar en sus tierras.
Los rancheros que se negaban a pagar, eran golpeados, su ganado era hurtado, sus granjas incendiadas, e incluso hubo algunos homicidios; pero todos esos actos vandálicos jamás fueron conectados directamente con Addison Reavis.
Las investigaciones sobre la legalidad de los documentos, eran engañadas por falsificaciones sembradas por Addison Reavis en los antiguos archivos reales de México y Guadalajara; por lo que el gobierno estaba a punto de falla a favor del fasificador.
Fuertes críticas comenzaron a publicarse contra el “Barón de Peralta” en las publicaciones locales “Phoenix Herald” y “Phoenix Gazette”; pero el más fuerte crítico contra el falsificador fue Tom Weedin, editor del “Florence Enterprise” que se publicaba en una pequeña población próxima a Casa Grande, quien inició una profunda investigación para demostrar que todo era un fraude.
PROCURADOR GRAL. CLARK CHURCHILL
El caso fue llevado por Weedin ante el Procurador General de Arizona, Clark Churchill en Febrero de 1884; Reavis trató de sobornar al periodista, pero como este continúo con sus denuncias, amenazó con acabar con su familia. Días después la oficina del “Florence Enterprise” fueron destruidas e incendiadas; pero Tom Weedin lejos de amedrentarse atacó con más fuerza al “Barón de Peralta” y a su ejército de aventureros.
(Escribió: Leonardo reichel Urroz)
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